Por necesidades del guión, nos vemos obligados a cambiar de estrategia.
Con cierta tristeza, pero también con ilusión por la nueva etapa que nos espera, empezamos una nueva dieta: la dieta híperproteica.
Yo, que tanto he disfrutado saltándome (a la torera) la dieta, ahora me veré obligada a acatar sin concesiones los dictámenes de nuestra nueva "biblia" gastronómica: nada de pasta, pan, azúcar, leche, fruta, ... o lo que es lo mismo, durante las primeras fases solamente podremos ingerir las verduras permitidas, café, infusiones, mucha agua mineral y los sobres y preparados aptos para tal fin... Todo un lujo para el paladar ¿no?
Realmente no lo consideramos una dieta sino un tratamiento médico en toda regla. Sus carencias nutricionales son obvias, de hecho es necesario el control por parte de un doctor durante todo el proceso. Con este panorama, esperamos perder nuestros kilos sobrantes lo antes posible, y así poder empezar a disfrutar cuanto antes de nuestros equilibrados y sabroso menús mediterráneos y, por supuesto, saltarnos la dieta de vez en cuando para degustar algún que otro dulce y plato sabroso.
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